Durante más de una década, Fordow representó el símbolo de la invulnerabilidad del programa nuclear iraní.
Enterrada en las entrañas de una montaña cerca de la ciudad santa de Qom, protegida por sistemas antiaéreos iraníes y rusos, y blindada frente a cualquier ataque aéreo convencional, esta instalación había resistido ofensivas cibernéticas, sabotajes, sanciones internacionales e incluso los ataques aéreos de Israel.
Sin embargo, hace unas horas aviones B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de Estados Unidos ejecutaron un ataque directo contra la instalación, utilizando las bomba más poderosa de su arsenal no nuclear: la GBU-57 A/B, conocida como Massive Ordnance Penetrator (MOP) o la 'madre de todas las bombas', diseñada específicamente para perforar estructuras fortificadas subterráneas.
Se trata de un misil con un peso de más de 13 toneladas y la capacidad de penetrar más de 60 metros de roca antes de detonar, estas bombas representan el único medio disponible para intentar dañar instalaciones tan profundamente enterradas como Fordow.
Por qué se considera el 'corazón' del programa nuclear iraní

La relevancia estratégica de Fordow no radica únicamente en su ubicación o diseño. Se trata del centro más protegido de enriquecimiento de uranio en Irán.
Su construcción se remonta a principios de los años 2000, en el contexto del llamado “programa nuclear clandestino”, con el objetivo de dotar al país de una capacidad de enriquecimiento resistente a cualquier intervención militar.
Irán hizo pública su existencia en 2009, justo antes de que Estados Unidos, Francia y el Reino Unido la revelaran ante la comunidad internacional.
Situada a unos 80 metros bajo tierra, en una estructura excavada en roca sólida y con túneles múltiples, Fordow ha sido clave en la producción de uranio enriquecido al 60 por ciento, un nivel que, según el OIEA, puede ser rápidamente convertido en material apto para armas nucleares.
Expertos como David Albright, del Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional (ISIS), advierten que con el stock actual, Irán podría generar suficiente uranio enriquecido para fabricar hasta nueve armas nucleares en menos de un mes, todo desde Fordow.
Una central construida para aguantar

Durante años, analistas y funcionarios occidentales coincidieron en que destruir Fordow requeriría múltiples ataques con armamento específico y apoyo logístico que solo Estados Unidos puede proporcionar.
Israel, pese a sus capacidades militares avanzadas, no cuenta con los bombarderos ni con el tipo de munición capaz de penetrar semejante estructura. Por eso, el sitio se mantuvo como un objetivo inalcanzable durante más de una década.
Fordow no solo es una instalación nuclear. Es un símbolo de la estrategia de disuasión iraní. Concebida para operar incluso bajo amenaza de guerra, fue diseñada como un “seguro” ante la destrucción de Natanz, su planta hermana.
La estructura incluye túneles con entradas camufladas, ventilación reforzada, infraestructura eléctrica blindada y capacidad para albergar hasta 3.000 centrifugadoras. Las imágenes satelitales más recientes revelan una actividad sostenida en el lugar, con más de 2.700 centrifugadoras operativas antes del ataque.
La operación sienta un precedente

La participación de Estados Unidos en esta ofensiva no fue inmediata. A lo largo de una semana de intensos ataques israelíes contra blancos estratégicos en Irán, Fordow permaneció intacta.
Los misiles de Israel alcanzaron otros puntos neurálgicos como Natanz e Isfahan, pero no lograron vulnerar la central subterránea.
Las autoridades israelíes sabían que solo Estados Unidos poseía la capacidad técnica para llegar hasta el núcleo de Fordow. Así, en coordinación con el gobierno del presidente Donald Trump, la operación tomó forma.
Además, esta operación marcó la primera vez que la GBU-57 fue empleada en combate. Según funcionarios estadounidenses, se utilizaron al menos seis de estas bombas sobre Fordow, acompañadas de una salva de misiles Tomahawk dirigidos a otras instalaciones nucleares.
Y aunque el alcance real del daño aún está siendo evaluado por agencias como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), este evento representa un punto de inflexión en la historia del programa nuclear iraní.
Además, los impactos de este bombardeo no se limitan a la dimensión militar. La operación estadounidense podría reconfigurar el tablero geopolítico regional y complicar aún más las crecientes tensiones entre Israel e Irán, que recientemente había logrado romper la poderosa Cúpula de Hierro con sus misiles hipersónicos.
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