El sorpresivo apagón que afectó a España y Portugal el lunes 28 de abril dejó más que malestar ciudadano, paralizó la movilidad eléctrica en gran parte de la península y desnudó una debilidad clave en la infraestructura energética de la región.
Aunque el suministro fue restablecido completamente casi 24 horas después, las consecuencias continúan siendo evaluadas por sectores económicos y técnicos.
Contexto
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), entidad que agrupa a empresas públicas y privadas de todos los sectores económicos, calculó unas pérdidas de 1.600 millones de euros, lo que representa cerca del 0,1% del PIB español.
La industria cárnica, por su parte, informó de pérdidas cercanas a los 190 millones de euros, según datos de la Asociación de Industrias de la Carne de España (Anice) y la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (Fecic).
A pesar de las especulaciones iniciales, Red Eléctrica Española (REE) descartó que se tratara de un ciberataque. “Con los análisis que hemos podido realizar hasta este momento, podemos descartar un incidente de ciberseguridad en las instalaciones de la red”, afirmó Eduardo Prieto, director de REE.
Trenes detenidos
La red ferroviaria española —una de las más modernas de Europa— sufrió interrupciones críticas. Renfe reportó detenciones en líneas de Cercanías, Media y Larga Distancia, y en tramos de Alta Velocidad. En ciudades como Madrid, Sevilla y Valencia, se reportaron estaciones colapsadas, trenes varados y miles de usuarios sin acceso a información sobre sus trayectos.

También los sistemas de metro, como los de Madrid y Barcelona, vieron alteraciones en el servicio. A falta de fuentes de energía alternativas o planes de contingencia eficientes, el sistema de transporte quedó en pausa durante minutos que, para muchos usuarios, se sintieron eternos.
Para los conductores de vehículos eléctricos, la situación fue igualmente preocupante. Aunque no se reportaron incidentes graves, varios puntos de recarga quedaron inutilizados durante el apagón. Algunos usuarios se vieron obligados a cancelar desplazamientos, reprogramar rutas o buscar formas alternativas de transporte.
Este escenario deja claro que, pese al crecimiento del parque automotor eléctrico, la infraestructura de recarga sigue siendo vulnerable. El apagón evidenció la necesidad de contar con sistemas de respaldo energético, especialmente en zonas urbanas densas donde la movilidad eléctrica comienza a consolidarse.
Una llamada de atención al futuro energético
El corte de energía, aunque breve en comparación con apagones históricos, dejó al descubierto un punto crítico, la electrificación del transporte no puede avanzar sin un sistema energético resiliente y descentralizado.

La transición ecológica exige no solo más trenes y vehículos eléctricos, sino también una red eléctrica capaz de garantizar estabilidad, respuesta ante emergencias y respaldo autónomo.
En medio del impulso europeo por descarbonizar el transporte, el apagón del 28 de abril es un recordatorio contundente: un sistema energético sin capacidad de respuesta puede derribar, en minutos, toda una jornada de movilidad eléctrica. Y con ello, paralizar a un país.
Ver 0 comentarios