Una nueva técnica para la disposición final de cadáveres está abriendo un fuerte debate en Colombia, entre quienes la ven como una solución de bajo impacto ambiental a la cremación tradicional con fuego y quienes la ven con preocupación por sus posibles riesgos en un país marcado por la desaparición forzada.
En este caso estamos hablando de la hidrólisis alcalina, también conocida como cremación química o “aquamation”, una práctica que podría reemplazar la cremación y que actualmente está siendo evaluada por el Congreso de la República.
Y para precisamente entender las implicaciones de este método, en Xataka Colombia hablamos con Alexandra Vásquez, representante a la Cámara por Cundinamarca del Pacto Histórico y química de profesión, quien se distanció de la iniciativa tras identificar algunos peligros en este proyecto que fue aprobado por la Cámara de Representantes y ahora está en manos del Senado.
Cómo funciona esta técnica

A diferencia de los hornos crematorios convencionales, que utilizan fuego o energía eléctrica para incinerar un cuerpo, la hidrólisis alcalina emplea agua caliente y una solución de hidróxido potásico, una base química altamente cáustica, para disolver los tejidos blandos del cuerpo humano.
El procedimiento se realiza en una cámara de acero inoxidable presurizada, que alcanza temperaturas entre 150 y 170 grados Celsius, y donde se mantiene una mezcla de 95 por ciento agua y 5 por ciento de esta sustancia alcalina.
El resultado del proceso es una solución líquida compuesta por aminoácidos, péptidos, azúcares y sales, que puede ser eliminada de forma segura o reutilizada como fertilizante.
Los huesos, que no se disuelven, se secan y se pulverizan hasta obtener una sustancia similar a las cenizas que se generan en una cremación tradicional. A diferencia de estas últimas, las cenizas de la hidrólisis alcalina son más homogéneas y no contienen restos del ataúd, lo que para algunos promotores del método representa un valor simbólico más “puro”.
Este método ya se encuentra regulado en más de 20 estados de EEUU, en provincias canadienses y en países como México, Sudáfrica y los Países Bajos.
Uno de sus casos más conocidos fue el del arzobispo y Nobel de Paz Desmond Tutu, quien solicitó en vida que su cuerpo fuera dispuesto mediante hidrólisis alcalina, en coherencia con su visión ambientalista.
Sin embargo, la propuesta de legalizar este método en Colombia no ha estado exenta de controversia.
El debate en Colombia

En diciembre de 2023, un grupo multipartidista de congresistas radicó un proyecto de ley para reglamentar la hidrólisis alcalina como alternativa funeraria en Colombia.
La propuesta plantea que el país cuente con un método adicional, más ecológico y eficiente, que reduzca la huella de carbono frente a la inhumación o la cremación con fuego, y que además sea una opción más accesible en términos energéticos y sanitarios.
Inicialmente, el Ministerio de Salud expresó su rechazo. El argumento principal era la necesidad de una reglamentación sanitaria clara, en el marco de la Ley 9 de 1979, para garantizar que esta técnica no represente riesgos para la salud pública.
Meses después, en julio de 2024, la cartera cambió de postura y emitió un nuevo concepto favorable, con sugerencias de ajustes normativos. Entre ellos, ampliar el objeto de la ley para incorporar “otras nuevas tecnologías” y reforzar la obligación del Ministerio de reglamentar su implementación.
No obstante, en un país con más de 100 mil personas oficialmente reportadas como desaparecidas, las implicaciones forenses de un método que disuelve tejidos y elimina rastros de ADN en medos de tres horas han encendido las alarmas.
Carlos Valdés, exdirector del Instituto Nacional de Medicina Legal, advirtió en declaraciones a medios nacionales que la hidrólisis alcalina elimina toda posibilidad de identificación genética, lo que, en un contexto como el colombiano, podría prestarse para usos clandestinos con fines de ocultamiento.
“El ADN es un libro con la identidad de cada persona. Este proceso lo destruye por completo”, advirtió.
“Puede abrir una puerta a la desaparición forzada”: representante Alexandra Vásquez

Desde el Congreso, una de las voces que ha expresado una fuerte preocupación por este proyecto es la de representante a la Cámara, Alexandra Vásquez.
En conversación con Xataka Colombia, Vásquez fue enfática:
“Si bien es un método que se viene implementando en otros países, en Colombia representa un alto riesgo. Somos un país con miles de desaparecidos y no tener manera de recuperar el ADN puede truncar muchas investigaciones judiciales y procesos de búsqueda”
La congresista señaló que, aunque el proyecto incluye restricciones para evitar que se aplique a víctimas de muerte violenta o en investigaciones judiciales, la realidad del país demanda mayores garantías.
Incluso advirtió que “ya hemos visto informes que indican que muchos cuerpos fueron desaparecidos en zonas como el Bronx mediante métodos similares, de forma clandestina. Legalizar esta técnica sin un marco estricto puede abrir una puerta muy peligrosa”.
Para Vásquez, uno de los elementos más sensibles es que esta técnica borra cualquier rastro biológico.
“Colombia tiene una deuda enorme con la verdad y la justicia frente a las desapariciones. Si permitimos una técnica que impida cualquier tipo de identificación futura, podríamos estar bloqueando la posibilidad de reparación para miles de familias”.
Mientras que insistió que cualquier intento de implementación debe estar precedido por un protocolo forense obligatorio, que garantice la identificación de los cuerpos antes del procedimiento.
También planteó dudas sobre la capacidad del país para manejar los residuos resultantes del proceso químico, especialmente en ciudades densamente pobladas.
A su juicio, aún “no sabemos si las funerarias que eventualmente ofrezcan este servicio cuentan con plantas de tratamiento. Si no se maneja adecuadamente, podría convertirse en un problema ambiental, más que en una solución”.
Un futuro incierto

Mientras el proyecto sigue su curso legislativo, el debate permanece abierto. Para sus defensores, la hidrólisis alcalina representa una innovación tecnológica necesaria para hacer frente a los retos medioambientales del futuro.
Para sus críticos, en cambio, es una técnica riesgosa en un país donde la impunidad, la desaparición forzada y la debilidad institucional siguen marcando la agenda.
Mientras que Vásquez es clara con su posición: “Espero que, si el Congreso decide abrir el debate, lo haga con el rigor y el análisis que este país necesita. Colombia no está lista para un método como este sin un control exhaustivo. No podemos permitirnos el lujo de facilitar una nueva forma de ocultar la verdad”.
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